Publicado en: 07/03/2025
Entre las amenazas más insidiosas, el moho representa un problema serio que puede comprometer cosechas enteras y poner en riesgo la calidad de los cogollos
La formación de moho en las flores de cannabis no solo estropea el aspecto y el sabor del producto, sino que también puede tener implicaciones negativas para la salud de quienes consumen las flores infestadas.
Por este motivo, es esencial saber reconocer a tiempo las señales de su presencia y adoptar las estrategias adecuadas para prevenirlo.
Qué es el moho y por qué se forma en los cogollos de cannabis
El moho es un hongo que se desarrolla en ambientes húmedos y mal ventilados, proliferando sobre superficies orgánicas, incluidas las flores de cannabis. El tipo de moho más común que afecta al cannabis es el Botrytis cinerea, también conocido como moho gris. Esta infección fúngica ataca principalmente los cogollos densos y compactos, donde la humedad puede quedar atrapada, creando un ambiente ideal para la proliferación de esporas.
Además de la Botrytis, otros tipos de moho, como el Oidium (moho blanco) y los mohos del tipo Aspergillus pueden contaminar los cogollos, lo que genera consecuencias negativas no solo para la calidad del producto, sino también para la salud de los consumidores. Estos mohos producen micotoxinas, sustancias tóxicas que pueden causar reacciones alérgicas, problemas respiratorios e incluso graves infecciones en personas con el sistema inmunológico comprometido.
Las principales causas de la formación de moho están relacionadas con factores ambientales y culturales. Un exceso de humedad, ventilación insuficiente, temperaturas inadecuadas y una higiene deficiente durante el cultivo, la cosecha y el almacenamiento pueden favorecer el crecimiento de los hongos. Por lo tanto, es fundamental prestar atención a cada etapa del proceso, desde el cultivo hasta el secado, para evitar condiciones que favorezcan la aparición de estos patógenos.
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Cómo reconocer el moho en los cogollos de cannabis
Reconocer a tiempo la presencia de moho en las flores de cannabis es esencial para evitar consumir un producto contaminado. El moho se manifiesta con señales visibles y con alteraciones en las características organolépticas de los cogollos.
Uno de los signos más evidentes es la presencia de una capa polvorienta o filamentosa, que puede adoptar diferentes colores, desde blanco, gris hasta verde-azulado. En el caso del moho gris (Botrytis), los cogollos pueden aparecer secos y frágiles por fuera, mientras que por dentro se desintegran fácilmente, revelando una fibra algodonosa de color grisáceo. El Oidium, por otro lado, se presenta con un polvo blanco que cubre la superficie de las hojas y los cogollos, dándoles un aspecto anormalmente opaco.
Otra señal de alarma es el cambio de olor. Los cogollos afectados por moho pueden emitir un olor desagradable, que recuerda a tierra húmeda, a bodega o a heno podrido. Este olor es muy diferente al aroma natural del cannabis, que debería ser fresco, especiado o afrutado, dependiendo de la variedad.
También la textura de los cogollos puede proporcionar pistas sobre la presencia de moho. Las flores infectadas tienden a ser más frágiles y quebradizas o, por el contrario, pueden resultar inusualmente húmedas y pegajosas al tacto, señal de que el proceso de descomposición está en curso.
Si hay duda de que un cogollo esté contaminado, se recomienda inspeccionarlo con una lupa o con luz UV, herramientas útiles para detectar la presencia de esporas fúngicas. En caso de moho confirmado, el cogollo contaminado debe ser eliminado inmediatamente para evitar que las esporas se difundan a los demás cogollos.
Estrategias para prevenir el moho en el cannabis
La prevención es el mejor método para evitar problemas relacionados con el moho y mantener la calidad del cannabis. El control del ambiente en el que las plantas crecen, se secan y se almacenan es crucial para reducir el riesgo de contaminación fúngica.
Durante el cultivo, es importante mantener los niveles de humedad bajo control. Una humedad relativa superior al 60% favorece la proliferación de los mohos, por lo que se recomienda mantenerla entre el 40% y el 50%, especialmente durante la fase de floración. El uso de deshumidificadores y sistemas de ventilación puede ayudar a regular los niveles de humedad en el aire, reduciendo así las posibilidades de formación de moho.
La temperatura también juega un papel determinante. Los mohos prosperan en ambientes cálidos y húmedos, por lo que se recomienda mantener una temperatura entre 20 y 24°C para prevenir el crecimiento fúngico.
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Otro aspecto fundamental es la ventilación. Las plantas de cannabis deben recibir una buena circulación de aire para evitar el estancamiento de la humedad entre los cogollos. El uso de ventiladores y la adopción de una distancia adecuada entre las plantas son medidas eficaces para garantizar un flujo constante de aire.
Después de la cosecha, el secado y almacenamiento de los cogollos deben gestionarse con cuidado. El secado debe realizarse en un ambiente con humedad controlada, evitando temperaturas demasiado altas o humedad excesiva, que podrían favorecer la formación de moho. Los cogollos deben conservarse en envases herméticos, en un lugar fresco y seco, alejado de fuentes de calor o humedad. Es buena práctica abrir los envases periódicamente para verificar la ausencia de condensación y garantizar un correcto proceso de curado.
También es fundamental la limpieza de las herramientas y el entorno de cultivo. Los residuos orgánicos, como hojas y ramas muertas, pueden convertirse en un terreno fértil para las esporas fúngicas. La desinfección regular de superficies, tijeras y contenedores ayuda a prevenir la propagación de mohos indeseados.
Conclusión
El moho en los cogollos de cannabis es un problema serio que puede comprometer toda la cosecha y poner en riesgo la salud de los consumidores. Reconocer sus señales visuales y olfativas, como la presencia de manchas polvorientas, un olor desagradable y alteraciones en la consistencia de los cogollos, es esencial para evitar el consumo de flores contaminadas.
La prevención es la estrategia más eficaz para contrarrestar la formación de moho. Mantener un ambiente de cultivo bien ventilado, con niveles controlados de humedad y temperatura, junto con un secado y almacenamiento adecuados, ayuda a reducir significativamente el riesgo de infestación fúngica. Al adoptar estas buenas prácticas, se puede garantizar un cannabis de alta calidad, libre de contaminaciones, seguro para el consumo y capaz de mantener intactas sus propiedades aromáticas y terapéuticas.